DOMINGO
TERCERO DE PASCUA
Palabra de Dios:
(Lc 24,13-35)
REFLEXION
S.
Martinez Rubio
Este domingo, tercero
de Pascua, leemos el relato de la aparición de Jesús a los discípulos de Emaús.
Dos desengañados en el camino
del desencanto.
El Domingo de Resurrección, las mujeres van al sepulcro, vienen
diciendo que está vacío, que han tenido una aparición de ángeles que les dicen
que ha resucitado el Señor, pero a Él no lo vieron. No acaban de creerlas y
estos dos escapan se marchan de Jerusalen. Lo de Jesús aparece ante sus ojos
como un desengaño. Ahora regresan a su aldea. Para
volver hacia el Cristo y su mensaje necesitan más razones que las de las
mujeres.
Experiencia de Emaús
Estos dos, que huyen desesperanzados, son signo de todos los han ido
caminando con Jesús, pero después se han decepcionado. No
pueden entender la cruz, no saben situar su muerte en el esquema salvador del
reino: ¡pensaban que sería el liberador de Israel! La cruz ha matado sus
esperanzas y escapan; Abandonan la comunidad, donde siguen reunidos el resto de discípulos.
Nosotros recorremos ese camino muchas
veces: ¡cuántos fracasos, cuántos planes que se han ido abajo, cuántas
ilusiones perdidas!... desalientos y
sinsentidos que a veces nos atenazan. Hemos de reconocer la verdad de nuestra
vida, no engañarnos. Es fundamental para todo encuentro con el Señor. Quien no
sufra el choque fuerte del fracaso de Jesús, quien no sienta la tentación de
escaparse, no podrá entender el evangelio. Ese momento de decepción, ese
intento de evadirse, de recuperar la tranquilidad, de esquivar la cruz,
constituye un elemento integrante del camino a la resurrección cristiana.
El encuentro con el Señor en el camino de la huida.
Aquellos dos, en ese camino de huida, se encuentran con Jesús, que les sale al
paso, se hace el encontradizo, les acompaña y comparte con ellos camino
y decepción, palabra y comida, al tiempo que les va explicando el verdadero
sentido de lo sucedido.
Jesús les invita a decir, a recordar otra vez, aquello que ha sido su deseo, aquello que
ahora es su decepción. Los fugitivos no entendían el sentido de la muerte de
Jesús. Esperaban que acabara como Mesías triunfador, para imponerse con la
fuerza de su gloria; pero han visto cómo ha muerto: fracasado, crucificado…
Abandonan y Jesús les sale al paso en ese camino de abandono. ¡Siempre nos sale
al paso!
Les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura
Jesús, les ofrece una interpretación profunda de las
Escrituras. ¿No sabéis que el Cristo
debía padecer? Aprender a sufrir por
amor, ese es el secreto; dar la vida por los demás, ese es el misterio. La
posibilidad de convertir el sufrimiento en camino salvador. Ellos sólo veían el
sufrimiento como fracaso, pero el sufrimiento, cuando es por amor, no es
fracaso, sino semilla de resurrección. .Jesús no es Mesías de Dios a pesar de que ha
sufrido, sino precisamente porque ha sabido sufrir por amor, amando
a los demás hasta la muerte. No resucita Jesús a pesar de haber muerto, sino
precisamente porque ha muerto dando su vida por los otros. La resurrección no
es el premio a la muerte por amor, sino su fruto, como la espiga no es el
premio al grano que se pudrió, sino su fruto. Sólo si comprendemos la Cruz como gesto salvador,
como signo más alto de amor, podemos entender la pascua de Jesús, el Cristo.
Esto para muchos es escándalo, para otros locura, para nosotros es el portento
de la sabiduría de Dios. (1 Cor
22).
Le reconocieron al partir el pan.
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